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Prohibido prohibir. Crédito Pexels Engin Akyurt

Prohibido prohibir

Cuando se trata de prohibir nos volvemos expertos, prohibir es más fácil que enseñar.

Prohibir es lo contrario a permitir. Permitirse es vivir, es sentir.

La definición de prohibir viene del verbo transitivo de imponer. A diario se trata de imponer ideas, una lucha que nunca tendrá fin, o al menos hasta hoy no encuentra una congruencia, ya este concepto es implícito en todo, lo que me recuerda el dialogo de una de mis películas favoritas en la película El Origen, dirigida por Christopher Nolan, estrenada en 2010, también conocida como Inception.

– ¿Cuál es el parásito más resistente?

¿Una bacteria? ¿Un virus?

– Una idea.

Resistente.

Altamente contagiosa.

Una vez que una idea se ha apoderado del cerebro es casi imposible erradicarla.

Una idea completamente formada y entendida, que se aferra…

En el estado de sueño, las defensas conscientes de uno se ven disminuidas y hace sus pensamientos vulnerables al hurto. Se llama extracción.

Prohibido prohibir fue el eslogan de Mayo del 68 en París y que se extendió por todo el mundo, y reto el concepto de autoridad, legitimó la idea de que toda autoridad es sospechosa. Si bien los movimientos sociales de la época no destruyeron a el Estado, pero sí modificaron a la educación o al menos transformaron la idea de cómo educar.

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El maestro es hoy despojado de credibilidad y autoridad, convertido en muchos casos en representante del poder represivo. El educador era el transmisor tanto de valores, como de conocimientos. Hoy la realidad dista mucho de esto, ante la pandemia y la cuarentena inminente, los padres volvieron a hacerse cargo de la educación de sus hijos, poniendo en duda y a prueba la paciencia; el reto es educar, transmitir conocimientos, vigilar y castigar, y los padres asumieron ese rol de nueva cuenta, el de órgano represor, personificaron uno de esos siniestros instrumentos de los que -al igual que los guardianes de las cárceles y los psiquiatras de los manicomios- se vale el establecimiento de reglas y normas para embridar el espíritu de orden y progreso de un hogar y contener la sana rebeldía de niños y adolescentes.

Lo mismo pasó con científicos, doctores y personal de la salud, que hoy vemos cómo son victimas de la ignorancia, siendo agredidos en las calles y transportes colectivos, poniendo en duda sus conocimientos, esfuerzos e investigaciones.

El doctor se ve menguado ante la incredulidad y falta de datos debido a que el día de hoy tenemos acceso a miles de archivos que ponen en duda a la ciencia misma, como los documentales que afirman que la vacuna es maligna y que transformaran el ADN humano o que la vacuna hará una nueva raza de seres humanos, ideas mas bien sacados de una película de zombis o de cualquier relato digno de una película de ciencia ficción.

Cabe recordar el suceso de una transmisión de radio en el lejano 1938 que, cuenta la leyenda, ocasionó psicosis colectiva ante la elocuente narración de un Orson Wells con su adaptación radiofónica de La Guerra de los Mundos del escritor H. G. Wells.

La vacuna no altera el ADN, eso es falta de información, dice el Dr. Elmer Huerta en una entrevista para CNN. “Sí, he sentido dolor en el brazo y me siento un poco cansado”, dijo el Dr. Elmer Huerta después de haber recibido la vacuna contra el coronavirus. Huerta aclara que la vacuna no altera el ADN como se viene especulando y que decir eso es caer en una falta de información sobre conceptos básicos científicos. Los medios siempre podrán ofrecer una perspectiva que venda noticias, por qué no decir la nota de una manera diferente, como de 20,000 dosis solo el 0.05 % de las personas han mostrado síntomas adversos. Sin embargo, las teorías de la conspiración nos venden fantasías más ambiciosas y fáciles de caer en el sospechosísimo y las grandes farmacéuticas no ayudan, ocultando información del proceso de sus vacunas o la alteración de protocolos en la creación de la vacuna.

La historia social de los virus describe la influencia de los éstos y las infecciones virales en la historia de la humanidad. Las epidemias causadas por los virus comenzaron cuando la conducta del ser humano cambió durante el periodo Neolítico, hace unos 12 mil años, cuando los seres humanos desarrollaron comunidades agrícolas más densamente pobladas.

Los virus de la viruela y el sarampión se encuentran entre los virus más antiguos que infectan a los seres humanos. Louis Pasteur fue de los primeros en desarrollar vacunas para protección contra las infecciones virales.

Los virus han ido evolucionando al igual que nosotros.

Pero ahora en que todo se vuelve prohibitivo pues es difícil acatar, es más fácil desobedecer o no creer.

Cuando éramos niños nos enseñaron que si tocabas algo caliente te podías quemar, aprendimos a sentir el frío tocando el hielo, nuestras experiencias nos fueron dando una capacidad formativa para definir que es bueno y que es lo malo, que no hace bien y que nos hace mal, pero cuando vemos una señal de algo que es prohibido en nuestro cerebro funciona como un reto, los seres humanos nos dividimos en ciertas personalidades, los que acatan las reglas sociales, físicas y morales y los que omitimos de vez cuando alguna que otra según nuestra propia idiosincrasia, las reglas se abaten o no se aplican a diestra y siniestra, todos esto, según nuestro grado de astucia o de ignorancia a los peligros o consecuencias de nuestros propios actos.

Hace algunos meses, algunos se negaban a creer en el coronavirus, a usar cubrebocas, algunos se niegan a ponerse la vacuna, como en todo en la vida, hay demasiadas aristas, división de opiniones, lo cual me deja una ultima pregunta:

¿Estaremos listos para asumir las consecuencias de nuestros actos?

Los espero con sus comentarios acerca del tema.

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coronavirus, opinión, pandemia