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Cierre de restaurantes en CDMX. Crédito: Especial

Un mundo sin restaurantes

A nosotros nos encerraron y a ellos los obligaron a bajar las cortinas. Hablo de los restaurantes y bares. Primero, muy al inicio de la pandemia, durante tres meses. Muchos no sobrevivieron. Ni con promoción en redes, ni con entrega a domicilio, ni con recorte de sueldos y personal. No hubo modo y se murieron muchos de ellos.

Los sobrevivientes invirtieron dinero que no tenían para cumplir los protocolos de sanidad que exigía la autoridad y redujeron su aforo al 30 por ciento. Con la esperanza de que la gente regresara a sus mesas, a sus barras. Y regresó el semáforo rojo las últimas semanas de diciembre de 2020 y los volvieron a cerrar. Y así seguimos.

Hasta la fecha han quebrado más de 13,500 restaurantes, según la Cámara Nacional de la Industria de Restaurantes y Alimentos Condimentados (Canirac). Se calcula que a finales de 2021 se habrán perdido 450,000 empleos, entre ellos, cocineros, lavaplatos, meseros, gente de limpieza.

Ya sé que muchos de ustedes me dirán que es para protegernos del COVID-19, que los hospitales están a tope, que es la única manera de enfrentar la pandemia.

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Perdón, pero no estoy de acuerdo. La situación en México ha sido inmanejable y con contagios y muertes imparables, sin importar si los bares y restaurantes estaban abiertos o cerrados.

Ahora, además de la crisis sanitaria, vamos a dejar a una industria en los huesos, con miles de empresas cerradas, con cientos de miles de gente sin trabajo y a un país en una crisis económica muy difícil de remontar, con más pobreza, con más hambre, lo que traerá más problemas de inseguridad, violencia, niños y jóvenes sin acceso a educación.

Si al cerrar los restaurantes se hubiera controlado el virus, hubiera aplaudido y apoyado la medida. Pero no ha sido así. Ha sido un sacrificio en vano. Los contagios están en mercados como Tepito, en fiestas y reuniones irresponsables de muchas personas. Incluso en el sexoservicio que opera como si nada pasara en varias calles y colonias de la Ciudad de México.

¿Se imaginan un mundo sin restaurantes? ¿Qué les vamos a decir a toda esa gente que se queda sin sustento? ¿A dónde vamos a ir a platicar con los amigos? ¿Qué pasará con las citas amorosas, los acuerdos de negocios y las charlas interminables que solíamos tener? ¿Qué vamos a hacer sin el entretenimiento más vital e importante que hay en el planeta, que es comer y beber rico?

La periodista y escritora española Rosa Montero escribió en una de sus columnas en El País Semanal, que cerrar para siempre los bares en España era como arrancarles un pedazo del corazón a sus ciudadanos. Si dejamos que quiebren los bares y restaurantes mexicanos, nos quitarán parte central de nuestra historia como país y nos arrancarán un pedazo de nuestras vidas.

Por eso apoyo el #AbrimosOMorimos que lanzaron el lunes 11 de enero más de 500 restaurantes del Valle de México, desafiando el cierre obligado por el gobierno. Porque si se mueren ellos nos moriremos todos un poco.

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