Big Shot
Buscar
Buscar
El arte falso. Foto: Pexels

El arte falso

Desde la primera creación artística se dieron las replicas, con el paso de los años se comenzaron a llamar atribuciones, ya con las obras llamadas famosas se comenzó una industria de la creación de obra falsa para su venta o comercialización.

Definición de arte falso

Podemos adoptar la siguiente definición de obra falsa: cuya historia de creación ha sido distorsionada para aparentar lo que no es, con la intención de engañar a un tercero.

Famosos

Una de las copias más famosas es la Gioconda de Leonardo da Vinci, que ostentan las bodegas del Museo del Prado, en Madrid, España, Da Vinci realizaba pinturas que sus ayudantes imitaban. Además, esta copia de la Gioconda presenta bastantes analogías, tanto en superficie como en su estructura interna, es atribuida a uno de los ayudantes más conocidos Francesco Melzi.

Elmyr de Hory (1906-1976), seudónimo de Hoffmann Elemér, fue un fantasioso y escurridizo pintor y falsificador. Todo en su vida parece una representación, empezando por su nombre y por sus aires de aristócrata de la época “pop”.

Tras fracasar como autor de obra original en el París de los años 20 del siglo pasado, se dedicó a la falsificación de artistas como, por ejemplo, Matisse, Chagall, Picasso o Modigliani.

Buena parte de su éxito se sostuvo en la astucia de marchantes sin escrúpulos como Réal Lessard y Fernand Legros, con los que acabó teniendo una relación tormentosa.

Residió los últimos 16 años de su vida en la isla de Ibiza, donde se suicidó en 1976 angustiado por una inminente extradición a Francia y la amenaza de una condena con pena de prisión. Su historia inspiró la biografía que le dedicó Clifford Irving (The story of Elmyr de Hory, the greatest art forger of our time, 1969) y el film F for Fake (1973), de Orson Welles.

La mofa ha sido el medio de algunos falsarios para cuestionar la vertiente más idolátrica del sistema cultural.

Las cabezas falsas de Modigliani inventadas por tres estudiantes y un pintor con fama de maldito, fue un caso de burla ante la iniciativa de Livorno, ciudad natal de Amedeo Modigliani, consistente en dragar el canal que rodea el casco antiguo para probar si era cierta la leyenda que, de joven, Modigliani había tirado sus primeras esculturas, trastornado por las críticas tan negativas que había recibido.

Los estudiantes y el pintor elaboraron tres cabezas y las tiraron al canal, esperando que fueran encontradas y consideradas del artista.

Efectivamente, la ciudad encontró las cabezas y ni siquiera los historiadores del arte se dieron cuenta de la falsedad; al contrario, alabaron las piezas como trabajos germinales del gran artista, hasta que los tres jóvenes decidieron confesar.

El trastorno psicológico ha sido otra de las motivaciones que ha activado algunas actuaciones con voluntad de engaño.

Mark Landis (Virginia, 1955), “el más famoso falsificador del arte que nunca cometió un crimen”, es un caso paradigmático en el que el desencadenante es un trastorno esquizofrénico (o, según algunos, bipolar).

Con una trayectoria de 30 años, ha “contaminado” las colecciones de 46 museos de Estados Unidos. Nunca ha mercadeado con sus “creaciones”, ya que las regala presentándolas como donaciones. Parece que lo que le motiva es conquistar la aceptación de los museos y disfrutar del halago del agradecimiento y de un instante de notoriedad.

La historia de la falsificación es una historia criminal, activada por mecanismos psicológicos muy particulares y por la codicia y la vanidad, pero también puede ser un relato fascinante -y morbosamente atractivo- a través de las motivaciones, las técnicas y las estrategias de la falsificación artística.

Te recomendamos leer: ¿Por qué invertir en arte?

Un falso es un artefacto mentiroso creado o manipulado con una premeditada voluntad de engaño, intencionalidad fraudulenta y afán de beneficio económico.

El arte falso es un objeto que goza de la ilusión de la autenticidad mientras no se le desenmascara. Es un fraude, un agente tóxico y distorsionador del arte, del patrimonio cultural y de las narraciones históricas.

Se han realizado exposiciones “Falsos Verdaderos. El arte del engaño

En 2016 el Museo de Arte de Girona vivió un episodio traumático. Aquel año salieron a subasta seis tablas renacentistas atribuidas al pintor gerundense Pere Mates, dos de las cuales idénticas a otras dos que hacía seis años, en 2010, el museo había comprado. Un exhaustivo proceso de estudio y análisis de todas ellas reveló, finalmente, que las obras iniciales eran falsas.

En 2001, la galería Knoedler de Nueva York pagó a Glafira Rosales, marchante de Long Island, 950 mil dólares por una obra atribuida a Jackson Pollock, Sin título, fechada en 1950.

En 2007, el financiero belga Pierre Lagrange compró el cuadro a la galería neoyorquina por 17 millones de dólares. Tres años después, el coleccionista trató de subastar la obra en Londres.

Las reputadas casas de subastas Sotheby’s y Christie’s rechazaron el pollock porque ponían en duda su autenticidad. En 2011, el coleccionista presentó una demanda judicial contra la galería Knoedler, demanda que fue resuelta al año siguiente. El cuadro regresó a la galería, que cerraría ese mismo año como consecuencia del escándalo.

La creación de arte falso como industria

Cientos de miles de chinos trabajan en la industria de la producción de falsificaciones de obras de arte, muchas de ellas de una calidad asombrosa.

En una subasta celebrada en Pekín en 2011, Águila sobre un pino, un cuadro pintado en 1946 por Qi Baishi, un maestro del siglo XX, alcanzó un precio récord: nada menos que 65.4 millones de dólares. Pero debido a que surgieron dudas sobre la autenticidad de la obra, el postor se negó a pagar tan elevada cantidad. Dista mucho de ser este un caso aislado: se calcula que en China no llegan a buen puerto al menos un tercio de los ingresos por subastas de obras de arte.

Porque la producción de falsificaciones -en algunos casos a nivel industrial- crece a la misma velocidad que la demanda por pinturas excepcionales. Además, existe en China una laguna jurídica que exime de cualquier responsabilidad a las casas de subastas si una obra resulta ser falsa.

Sin embargo, en México no existe un organismo que regule o certifique una obra de arte, el mercado mismo es el que se avala, por medio de galerías, coleccionistas y casas de subastas. Si un coleccionista quiere autentificar alguna pieza, obtendrá sólo opiniones verbales de especialistas y quizá sólo en algunos casos certificados por escrito.

Te recomendamos leer: ¿Cómo impactó el COVID-19 en los hábitos de entretenimiento de los mexicanos?

Al no existir catálogos razonados, archivos fotográficos completos, recibos de compra-venta o documentos que prueben la autenticidad de la obra de estos artistas, la opinión de especialistas es clave para que una pieza inédita o desconocida, entre al mercado del arte.

Para el galerista Enrique Guerrero la ecuación resulta sencilla.

Entre más certificados traiga un cuadro, más probable es que sea falso. Como coleccionista tienes que investigar y pedir varias opiniones“.

Para otros coleccionistas y galeristas como Andrés Blaisten, Oscar Román, poseedores de colecciones de arte mexicano, la solución fue estudiar a fondo a los autores, por lo que hoy en día son consultados para autentificar obras.

Son los familiares de los artistas, así como investigadores y coleccionistas, quienes opinan y avalan obras de las que no existe registro o cuya procedencia es puesta en duda, dado que el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL) no puede hacerlo.

Cuando queremos adquirir una obra de arte en el mercado que no tenga fecha ni firma requiere un gran trabajo documental para su identificación; lo mismo sucede en el arte moderno, cuya admiración por algún artista llevan a multiplicar sus obras, siendo un gran problema dentro del mundo del arte.

Detectar una obra falsa de una autentica no es una tarea sencilla, de serlo así no existieran obras falsas en museos o subastas, ante esta problemática se han establecido tres métodos clásicos de autentificación de obras de arte, que permiten la detección de falsificaciones por sí mismos o combinándolos.

Métodos clásicos de autenticación de obras de arte:

  • Opinión experta

Quien, con su experiencia, emite una opinión respecto a la autoría de la obra, en algunos países un juicio de esta índole llega a ser muy costoso, en donde si la opinión experta indica que la obra es falsa, su valor en automático pasa a ser cero; sin embargo, este método es el menos empleado al depender de una opinión tercera.

  • Estudios científicos

Los avances tecnológicos hacen que este método tome mayor protagonismo al momento de detectar obras falsas, por la gran precisión técnica que ofrecen. Se basa en pequeñas muestras que revelan información sobre los materiales utilizados, permitiendo detectar materiales anacrónicos que no coinciden con la época de la obra; así mismo se realiza un estudio de la técnica del artista, que permiten identificar la forma de pintar y de mezclar los colores, su estilo, trazos, etc.

  • Documentación

Es el método clásico, el cual consiste en verificar si la obra está en catálogos validados por el mercado, museos e inventarios; así como comprobar inscripciones, sellos o pegatinas.

Métodos complementarios reconocer si una obra de arte es falsa o verdadera:

  • Grafología

La forma de escribir de cada persona es única, por lo que este método tiene como finalidad comparar la firma de la que existen dudas sobre su autenticidad con otras firmas seguras y con la escritura del mismo autor, espacios entre letras, movimiento, manías, etc.

  • Identificación del soporte

Es la técnica más moderna que comienza a tener gran auge en el arte; consiste en una investigación un poco más a fondo del material empleado; por ejemplo, si la obra es lienzo se realiza un estudio sobre el tipo de tela para verificar coincida con los disponibles en la época en que fue creada; en el caso de la madera la dendrocronología nos permite conocer la edad de un árbol y el clima en que este creció mediante la observación de los anillos de crecimiento anual, pudiendo llegar a conocer al año exacto y la localización.

  • Radiación ultravioleta

Permite distinguir los repintes, así como la antigüedad de los materiales visualizada a través de la fluorescencia.

  • Reflectografía Infrarroja

A través de la fotografía y software informáticos, se puede acceder al dibujo de la obra lo que nos permite apreciar la técnica del artista, mostrando cómo ha ido componiendo el cuadro el artista.

  • Rayos X

Aunque es una radiación muy baja, permite apreciar la técnica del artista, la pincelada y la forma de distribuir la pintura, detectando cambios en la composición y falsificaciones.

Hay paginas especializadas en México que se dedican a identificar y documentar las obras falsas que existen en el mercado. Una de las mejores opciones es acudir a una casa de subasta especializada, recurrir a coleccionistas especializados en el autor o la época, documentarse y asesorarse con historiadores.

Si te apasiona el arte no hay nada mejor que estar bien informado y asesorado antes de adquirir una obra de arte, no solo comprar por aparentar ser una buena oferta. La mejor manera de no caer en una obra falsa es protegerse con información y documentación.

*Fuentes: El país, Peio H. Riaño/David Marcial Pérez; La Vanguardia, John William Wilkinson; Capital Arte, Museo CJV, Arte falso México, Revista Lápiz, Viviane Loira; Edgar A. Hernández 2006; Museo de Arte de Girona, Falsos verdaderos, el arte del engaño, Joan Bosch i Francesc Miralpeix, Universitat de Girona, lnstitut Catala de Recerca en Patrimoni Cultural.

Te invitamos a seguir Big Shot Magazine en FacebookTwitter y LinkedIn.

Arte, arte plástico, cultura, falsificación