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Apreciación del Arte. Foto: Pixabay / Tasos Lekkas

Apreciación del arte

Cuando mis padres se casaron allá por el año de 1972, era muy común que una de las cosas que no podía faltar en una casa, en un matrimonio joven católico que querían inculcar valores a sus hijos, en una educación formativa con los estándares de la época, mi madre adquirió un libro, una biblia que fue pagando en abonos, aquella biblia encuadernada con cuero rojo y letras doradas, era un libro que pocas veces se nos permitía tocar; era un objeto sagrado que guardaba un espacio especial en la casa, sabíamos que no podíamos jugar con el libro, ni hojearlo al azar o rayonearlo como otro cuadernillo.

A mi corta edad a escondidas hojeaba las paginas del grueso libro, me pasaba horas en sus laminas, así fui conociendo obras como La Piedad, creada por el artista florentino Miguel Ángel Buonarroti, que se encuentra en el Vaticano.

Ésta como otras referencias fui descubriendo, me fascinaba leer las letras pequeñitas a un costado de la lamina o de la ilustración, siempre te proporcionaban pistas, indicando donde se encontraba dicha obra, o quien la había pintado, así fui conociendo el mundo del arte, sabía que en el museo de Louvre estaba cierta obra especifica, o que la colección del Vaticano encerraba una de las colecciones de arte sacro más importantes del mundo. Obras como “La humildad de Daniel en el foso de los leones”, de Rubens, la mítica escena de Sansón y Dalila del mismo Rubens, si bien el libro ofrecía una serie de cuentos, mitos y leyendas, para mí era un compendio de historias fantásticas, que bien pudieran ser una película de ciencia ficción.

Sansón y Dalila, de Rubens. Foto: National Gallery
Foto: National Gallery

Obras como David y Goliat o Salomé con la cabeza de Juan Bautista, del Michelangelo Merisi da Caravaggio, así como la clásica pintura de San Jerónimo del mismo Caravaggio, cuadros como estos fueron referencia en mi breviario cultural y se volvieron las bases de mi formación como apreciar el arte.

Comenzaremos una formación o una apreciación del arte, con los principios básicos:

Observar, Comprender y Valorar

Observar, comprender y valorar son las tres operaciones básicas a realizar, si se quiere tener una experiencia con el arte que no se quede en lo trivial.

Para observar, no solo es ver, de reojo como comúnmente lo hacemos.

Observar es cuando nos llena el ojo, nos atrapa la mirada y todos los sentidos, interactuar con la obra. Al mismo tiempo, es importante hacer una descripción de los elementos constitutivos de la obra, desde los más sencillos a los más complejos: sonidos, colores, formas, escenas, etc.

Comprender una obra, aunque dice un gran maestro que si un artista tiene que explicar su obra, es una obra fallida. La obra debe de causar sus propias emociones al espectador, estupor, dolor o espanto, ya sea el caso, o quizás cause alegría, tristeza u enojo, se deben considerar las características expresivas de los elementos que conforman una obra artística en función del tema y sus contenidos.

Valorar una obra conlleva a emitir un juicio, luego de situarla dentro de una genealogía, un periodo histórico, una tendencia, su género y estilo.

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La valoración tiene por finalidad descubrir el grado de originalidad de una obra. El espectador además cuenta con otras opciones para apropiarse de una obra:

  • Identificar y disfrutar la estética de sus elementos configurativos bajo los principios de armonía, contraste, espacio, composición, y ritmo.
  • Percibir los posibles efectos que una obra produce en su sensibilidad, transformando su gusto, su manera de percibir la realidad, de pensar el arte, por citar algunos ejemplos.
  • Asociar la obra artística a cualquier tipo de conocimientos, experiencias, vivencias, recuerdos, y a otras obras o expresiones en otros medios, no necesariamente artísticas. En otras palabras, vinculando a la obra con una historia íntima, personal, con otra objetiva de referencias entre obras artísticas (artes plásticas, danza, teatro, música), y de obras artísticas con otras manifestaciones estéticas (artesanías y diseños).
  • Disfrutar de una obra artística, puede provenir de circunstancias y detalles inesperados, sorpresivos, fuera de todo cálculo o estrategia para abordar la obra. Detalles de su realización técnica, de su producción, cambios notables entre una reproducción y la obra original, son sólo algunos ejemplos de las gratas sorpresas que guarda el arte a quien está dispuesto a dedicarle tiempo y atención.
  • Validar la obra artística, consiste en formular hipótesis de sentidos, significados y efectos posibles de la obra, y compartirlas con otras personas, explicándolas y analizándolas. Buscando diferencias y consensos para validar nuestro juicio estético.

En la apreciación artística, tanto la obra, como los espectadores, están inmersos en una cultura que condiciona los modos de expresión y apreciación de las artes, en busca de valoraciones, experiencias significativas y sentidos.

Apreciación del arte. Foto: Getty Images
Foto: Getty Images

Una obra de arte es una forma de expresión a partir de ciertos principios que ordenan sus signos en tiempo y espacio (forma); y creada con intención comunicativa o expresiva usando su toque personal (técnica); en donde el espectador va a atribuir un tema y contenidos expresados con originalidad e imaginación (sustancia).

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Arte, cultura, obra de arte, Recomendado