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Las implicaciones de ser empresario. Foto: Getty Images

¿Cuáles son las implicaciones de ser empresario?

En nuestra entrega anterior, te ofrecí que abordaríamos este tema fascinante y que pocos toman en cuenta. Te puedo adelantar que, ser empresario, implica mucho más que ser bueno en tu profesión.

Antes de entrar en materia, me gustaría preguntarte cómo te fue en el análisis que hiciste de tu persona, derivado del artículo anterior (da clic aquí para leerlo). ¿Hiciste la evaluación honesta y profundamente? ¿Qué descubriste? Recuerda que mi correo y mis redes sociales están siempre disponibles, me encantará conocer tu experiencia.

Continuemos donde nos quedamos: la vez anterior dijimos que íbamos a conocer…

Las implicaciones de ser empresario

  • Trabajar fuertemente en tu persona.

Como dirían los abogados: “de manera enunciativa, mas no limitativa”, tu deber será alcanzar y mantener:

  1. Una profunda y constante labor de autoconocimiento.
  2. Grandes niveles de eficiencia mental y emocional.
  • Adquirir nuevos conocimientos y habilidades.

Dentro de los conocimientos, considero que sería muy provechoso comenzar por saber qué hacen empresarios exitosos, cuáles son sus hábitos y buenas prácticas. Por supuesto, la idea detrás de este conocimiento es ponerte manos a la obra en aquello que creas que más necesitas y puedas replicar mejor. En cuanto a las habilidades, concéntrate, por lo pronto, en mejorar tu comunicación y liderazgo, ya que tu empresa va a operarse y a desarrollarse, a partir de las personas.

  • Asumir nuevas funciones y responsabilidades.

Muy de la mano con lo anterior, enfócate, de primera instancia, en comenzar a funcionar como líder y asume las responsabilidades pertinentes. No te pases de la raya, recuerda que ser líder no es igual a capataz ni tampoco significa que dejes de operar. Simplemente, se trata de un ejercicio inicial para fortalecerte en ese rol.

Te recomendamos leer: ¿Te consideras emocionalmente inteligente?

En el artículo anterior, te comenté que en futuras entregas hablaríamos de herramientas de liderazgo, sigo en lo dicho. Por el momento, quédate con esta idea: desarrolla las capacidades para gestionar a través de terceros. (Ojo: aquí es clave la inteligencia emocional).

  • Dedicarle tiempo a pensar y a planear.

Muchos pequeños y medianos empresarios caen en la tentación de trabajar sin parar en lo que saben hacer bien. Pero recuerda que ahora tienes funciones y responsabilidades diferentes; entre ellas está una muy importante y que pocos quieren hacer: vender.

Desde el momento mismo que eliges ser empresario, hazte a la idea de que tienes una comercializadora, no importa el giro de tu organización, ten siempre en mente que tienes una comercializadora y una de sus funciones principales es vender. De hecho, tu obligación será llevar esta tarea a niveles de profesionalización. No lo dudes ni un instante.

  • Tener una clara visión de futuro y una misión que contribuya a la competitividad de la organización.

Este es uno de nuestros pendientes que también se desprendieron del artículo anterior… ¡tenemos mucho trabajo por delante! De hecho, he pensado que en el siguiente número hablemos de este tema. Te compartiré algunas herramientas para definir adecuadamente tu misión, visión y valores empresariales.

Foto: Getty Images
  • Generar valor para los clientes.

¿Qué valor le otorgas a tu cliente a través de tu producto o servicio? Es obvio que, ya sea con uno o con otro, satisfaces una necesidad, pero… ¿qué necesidad es esa? ¿la tienes bien ubicada? ¿Y qué necesidad hay más allá que también podrías satisfacer? ¿De qué manera puedes anticiparte a futuras necesidades? Al responderte estas preguntas, estarás fincando las bases para comenzar a diseñar estrategias de valor para tu cliente.

  • Comprender que la organización es un ser vivo que necesita mantenerse saludable y que tú eres el responsable principal de cuidar y promover la salud de esta. 

A veces le exigimos y le exigimos sin parar a nuestra empresa, como si fuera una máquina inagotable que no requiere combustible ni agua ni aceite y que, además, está en la obligación de proveernos de dinero, sin nada a cambio. Principio universal: Ying – Yang, entrada – salida, dar – recibir. Si no estás dispuesto a proveerle a tu empresa los cuidados y nutrimentos necesarios para hacerla crecer saludable, ¿por qué habrías de esperar que ella sí te procure clientes y dinero?

¡Se nos está juntando la chamba! De mi parte, me comprometo contigo a seguir adelante con gran entusiasmo y energía. Te veo en la próxima edición.

¡Abrazos!

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