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Relojería. Crédito: Pixabay

La artesanía relojera ya es Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad

A solicitud de Suiza y Francia, luego de 18 meses de evaluación, la UNESCO decidió este 2020, incluir a la relojería en la Lista de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Pero no cualquier relojería, sólo la artesanía relojera ubicada a lo largo del lago del Valle del Jura, desde Ginebra hasta Schaffhausen; así como a la fabricación de cajas automáticas y cajas de música.

Suiza, el país relojero por excelencia, concentra a la mayoría de las manufacturas de relojes en el Valle del Jura o Vallée del Joux (en francés), ubicado al oeste del país, en el centro de Europa. Además de los relojeros independientes, como Philippe Dufour que fabrica algunos de los relojes más valiosos del mundo, estas son las marcas de relojes que producen relojería artesanal en la región del Jura: Breguet, Longines, Audemars Piguet, Patek Phillipe, Jaeger-LeCoultre, Blancpain, Vacheron Constantin.

Nada mejor que hacer relojes

La relojería tiene su origen en el siglo XVI cuando Juan Calvino prohibió la joyería, y los orfebres tuvieron que crear un nuevo oficio. A esta necesidad, se sumó el que los protestantes que huían de la persecución en Francia, llegaron a Suiza, y aportaron sus habilidades de relojería a toda la región cercana a Ginebra, forjando así la reputación de Suiza como centro relojero por excelencia. La industria relojera propiamente se desarrolló el Cantón de Jura.

El territorio suizo está dividido en 26 cantones, cada uno con un nombre diferente. Y fue precisamente en la zona del Valle de este Cantón, cubierta de nieve muchos meses del año, donde además de ordeñar a las vacas, no había nada mejor que hacer relojes.

En casi todas las granjas había un taller, y muchos de estos se convirtieron en las prestigiosas Manufacturas que conocemos hoy en día. En ellas deben laborar alrededor de unas 4,500 personas, entre las que se encuentran las que cruzan la frontera de Francia hacia Suiza todos los días para llegar a sus trabajos.

En esta zona que tiene una pequeña población, se encuentra también la centenaria Escuela Técnica de Relojería que produce 50 nuevos relojeros al año. Y dado que este es el lugar que concentra más marcas, es el ideal para aprender relojería y conseguir trabajo en este rubro. Lo que más atrae tanto a quienes estudian relojería, quienes trabajan en la industria, como a sus clientes y coleccionistas de las piezas, es la precisión que conlleva y representan las piezas relojeras.

La Federación de la Industria Relojera Suiza, reportó que el 2019 terminó con más de 20 mil millones de relojes suizos vendidos en todo el mundo, que representan más de 19 mil millones de euros. Fue la mejor facturación a pesar de que hubo menos exportaciones.

A mediados del 2020 se hablaba de una caída del negocio de un 30.5% de ventas de relojes debido a la pandemia porque prácticamente la totalidad de las cadenas de producción se detuvieron y los empleados se quedaron en casa. De las 50 mil personas que trabajan en la relojería al amparo de un convenio colectivo de trabajo, 40 mil están actualmente en desempleo parcial, según datos de la Convención patronal de la Industria Relojera Suiza (CPIH).

No se han dejado de vender relojes suizos durante 2020, hasta mayo de este año se registraron exportaciones por más de 15 mil millones de francos suizos, algo similar a los niveles de 1945, según estimaciones del banco Vontobel. Esto sólo demuestra una vez más la resistencia de la industria relojera como ya ha sucedido en el pasado en repetidas ocasiones. Saldrá adelante una vez más gracias a su capacidad de exportar relojes a todo el mundo.

¿Qué se entiende por Patrimonio Cultural Inmaterial?

El objetivo de hacer estos nombramientos por parte de la UNESCO, es documentar y amparar las tradiciones y expresiones orales; las artes escénicas; los rituales y eventos festivos; la artesanía tradicional y los conocimientos y prácticas relacionadas con la naturaleza. Se busca sensibilizar al público sobe la importancia de este patrimonio para la sociedad.

El Patrimonio Cultural no se limita a monumentos y colecciones de objetos. Comprende también expresiones vivas heredadas de nuestros antepasados, como tradiciones orales, artes del espectáculo, usos sociales, rituales, actos festivos, conocimientos y prácticas relativas a la naturaleza y el universo; a saberes y técnicas vinculados a la artesanía tradicional.

Pese a su fragilidad, el Patrimonio Cultural Inmaterial o Patrimonio Vivo es un importantes factor del mantenimiento de la diversidad cultural.

Para la UNESCO, la noción de Patrimonio es una pieza clave para la cultura y el futuro porque constituye el “potencial cultural” de las sociedades contemporáneas, contribuye a la revalorización continua de las culturas, de las identidades; y es un vehículo importante para la transmisión de experiencias, aptitudes y conocimientos entre las generaciones. Además, el Patrimonio es fuente de inspiración para la creatividad y la innovación que generan productos culturales contemporáneos y futuros.

El Patrimonio Cultural encierra el potencial de promover el acceso a la diversidad cultural y su disfrute. Puede también enriquecer el capital social y conformar un sentido de pertenencia, individual y colectivo que ayuda a mantener la cohesión social y territorial. Por otra parte, el Patrimonio Cultural ha adquirido una gran importancia económica para el sector del turismo en muchos países. Esto también genera nuevo retos para su conservación.

Valores de vida y valores económicos

La UNESCO determina que “la práctica transmite muchos valores, como la buena mano de obra, la perseverancia, la creatividad, la destreza y la paciencia; así como la búsqueda infinita de la precisión y el aspecto intangible de la medición del tiempo que le dan a la práctica una fuerte dimensión filosófica. Además de cumplir una función económica, las habilidades también han dado forma a la arquitectura, el paisaje urbano y la realidad social cotidiana de las regiones en cuestión”.

Con información de Watches World y la UNESCO.

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