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Las personalidades del vino tinto. Foto: Getty Images

Conoce las personalidades del vino tinto

El vino va más allá de ser una simple bebida para acompañar la comida; éste puede llegar a ser parte de una experiencia única para los sentidos o amenizar un evento especial. Lo cierto es que el vino es una bebida viva que alimenta el alma gracias a los secretos propios de su elaboración.

Después de haber descrito la personalidad de los vinos blancos, ahora es el turno de los tintos, cuya complejidad y versatilidad son ligeramente más elevadas que las de los blancos, es por ello que pueden conquistar paladares simples o exigentes sin problemas, sin embargo, se debe considerar que “el secreto” está en poder entender su personalidad, que puede ser alguna de las siguientes:

Tintos vívidos y afrutados

Al hablar de este estilo de vinos, nos encontramos con una personalidad tan versátil que es difícil encontrar a una persona que no guste de un trago de este estilo. La versatilidad en aromas y sabores es tan amplia que cada vino tiene su propia característica.

Entre las uvas más comunes usadas en este tipo de vinos son la Pinot Noir, Tarrango, Barbera, Lambrusco, Cabernet Franc y Pinotage.

Sirviendo copa de vino tinto. Foto: Pexels Megan Markham
Foto: Pexels Megan Markham

En cuanto a personalidad se refiere, imaginen a un niño de 4 años que no para de hablar y es muy simpático, esos niños que siempre hablan de lo mismo, pero de vez en cuando tiene un chascarrillo que te hace reír; así podemos describir la personalidad de estos vinos, que por lo regular expresan aromas muy intensos de frutos rojos al momento del descorche, sin embargo, en boca son de textura ligera y efímera.

La mayoría de estos vinos deben beberse en los primeros dos años después de la fecha de añada y se beben al momento.

Tintos maduros y suaves

La uva Merlot es el representativo más claro de esta personalidad y le siguen con menor presencia la Tempranillo y los Chianti (una mezcla de Sangioviose como base con pequeños adornos de uva Cabernet Sauvignon, Merlot y Syrah).

Este tipo de vino es el que conseguimos en cualquier lugar y los hay jóvenes como con guarda; la personalidad de este vino tiene semejanza a una persona joven pero madura que ofrece charlas muy específicas y con un ritmo constante, es decir, este vino ofrece aromas específicos a la varietal y al modo de producción que al momento del descorche no son escandalosos, éstos tienen aromas similares a los frutos negros, hierbas secas, especias, dulces y cuero; cuentan también con sabores plenos, redondos y una textura suave.

Hay algunos vinos que se pueden guardar en cava, pero la mayoría de los vinos de este tipo que se producen con el estilo del Nuevo Mundo, deben consumirse dentro de los primeros cuatro años después de la añada.

Tintos ricos, densos

Hemos llegado a la cumbre de los vinos, esos con personalidad de un adulto mayor que necesita tiempo para despertar, que se mueve lento, pero que una vez que despierta, tiene una charla tan rica y extensa que quien tiene la paciencia de seguirla tendrá grandes recompensas.

No se tratan de vinos para neófitos, ya que requieren un paladar educado puesto que muchas veces pueden ser de carácter regio y de complejidad muy alta con aromas silvestres y textura en boca parecida al terciopelo.

La uva insignia de este vino se llama Cabernet Suavignon, le siguen la Syrah o Shiraz (la diferencia entre estas uvas son los climas de cosecha, en el caso de la Syrah hablamos de climas fríos y para Shiraz de climas cálidos. También es común ver en vinos franceses el nombre de Syrah y en productores del nuevo mundo como Australia, se denomina Shiraz).

Copa de vino. Foto: Pexels / Antonio Filignio
Foto: Pexels / Antonio Filignio

Los aromas una vez aireados son intensos. Dándole tiempo para que despierte el vino, es decir, después de realizar un trasvase o decantación, podemos apreciar notas a regaliz, higo, ciruela madura, café, chocolate, tabaco, especias, cuero y vainilla.

Estos vinos suelen tener un final largo, lo que quiere decir que después de un trago, el sabor perdurará en boca en un balance perfecto por más de 10 segundos. Estos vinos son ideales para esperar años antes de su descorche o bien se pueden consumir entre los primeros cuatro a diez años después de la añada, no antes ni después, aunque habrá vinos con carácter que puedan resistir más de 30 años.

Después de saber que el vino es un ente vivo y con peculiaridades específicas en cuanto a sabor y aromas, es mucho más sencillo explorar esa interminable oferta y poder elegir el indicado para nuestro paladar.

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